Sin ir a genios como Flaubert. En mi blog padezco el karma de que crean que cada cosa que digo se trata de mi vida, y eso que lo aclaro en el encabezado: ficción súbita. En algún momento me enojó, hoy lo tomo con gracia. Suelo usar la 1° persona, me gusta como voz narrativa, pero no hay forma de que se entienda de que todo se trata de planos: personaje, narrador, escritor; de que el 'yo' no soy yo.
Perdón, voy al tema concreto. La verdad es una construcción social, muchas veces enriquecida por autores, pero muchas veces destruida por otros que no sabría si llamar 'autores' pero que han llegado a tergiversar los hechos de la realidad de tal manera que llevo a muertes. En arte lo vale todo, pero ve a quitarle de la cabeza a Nerón que incendiar Roma no era arte. Un abrazo. HD
mientras la gente sepa que una cosa es lo que sucede y otra muy distinta lo que se cuenta, no tendría que haber problemas. La voz que todo narrador muestra a través de sus personajes o del narrador está repleta de matices personales, sociales, paralelos... que nadie tiene por qué confundir. Creo que la clave está ahí, en saber diferenciarlo. Luego, el receptor será el encargado de decidir cómo le gusta que le cuenten lo que le cuenten.
Sin ir a genios como Flaubert. En mi blog padezco el karma de que crean que cada cosa que digo se trata de mi vida, y eso que lo aclaro en el encabezado: ficción súbita. En algún momento me enojó, hoy lo tomo con gracia.
ResponderEliminarSuelo usar la 1° persona, me gusta como voz narrativa, pero no hay forma de que se entienda de que todo se trata de planos: personaje, narrador, escritor; de que el 'yo' no soy yo.
Perdón, voy al tema concreto. La verdad es una construcción social, muchas veces enriquecida por autores, pero muchas veces destruida por otros que no sabría si llamar 'autores' pero que han llegado a tergiversar los hechos de la realidad de tal manera que llevo a muertes. En arte lo vale todo, pero ve a quitarle de la cabeza a Nerón que incendiar Roma no era arte.
Un abrazo.
HD
Querido Humberto,
Eliminarmientras la gente sepa que una cosa es lo que sucede y otra muy distinta lo que se cuenta, no tendría que haber problemas. La voz que todo narrador muestra a través de sus personajes o del narrador está repleta de matices personales, sociales, paralelos... que nadie tiene por qué confundir. Creo que la clave está ahí, en saber diferenciarlo. Luego, el receptor será el encargado de decidir cómo le gusta que le cuenten lo que le cuenten.
Abrazotes intensos