MANIFIESTO INTERVALOS

Según la RAE, un intervalo es un espacio o distancia que hay de un tiempo a otro o de un lugar a otro, y eso es lo que proponemos desde aquí: Intervalos, es decir, recorrer la distancia que separa un instante, que nos golpea visualmente con la frescura de un niño, de las palabras con las que maduramos esa impresión.

Un intervalo establece nuevas relaciones entre las palabras y la imagen, entre la voz y la visión, entre la boca y el ojo, adaptándose al tiempo de siempre, que es aquel que sucede en las carreteras de la imaginación.

Un intervalo te exige ser ojiplato, sólo así se puede captar todo aquello que se ha quedado en la penumbra de la realidad.

Un intervalo no es opinión, es una caza del aquí y del ahora, un rehén del instante que nos ha tocado vivir, extrapolable e idiosincrásico.

Un intervalo no crea, recrea el golpe primero que recibimos cuando un instante se clava en las pupilas de la observación y lo destilamos a través de palabras que se encuentran agazapadas, listas para el rescate.

Un intervalo no crea nada, sólo presenta palabras vírgenes en imágenes cerradas.

Un intervalo es el compendio exacto entre lo que veo y lo que me sugiere esa visión.

Un intervalo es un conjunto de palabras con una imagen que complementa el significado o una imagen que precisa de palabras para ser descubierta.

Un intervalo necesita a partes iguales del instante de la fotografía y de la eternidad de las palabras.

Un intervalo explota las variantes sinestésicas que, por timidez o dejadez, nunca han emergido para mostrar a las palabras y a las imágenes que otros mundos habitan este mundo.

Un intervalo no explica la realidad, palpita en los suburbios de la realidad.

Un intervalo no se inventa, adapta lo establecido y lo reinterpreta desde la objetividad subjetiva.

Un intervalo aplica el silencio de estatua a los susurros de la animación.

Un intervalo rescata de las fauces de la lógica la original correlación entre la vista y el pensamiento.

Un intervalo pretende ser un soplo de aire fresco entre lo que fuimos (niños boquiabiertos) y lo que somos (adultos boquicerrados).

Un intervalo es un relámpago de (ir)realidad, un instante que nos reclama a través de lo inasible una explicación personal y subjetiva en la que todos nos reconozcamos objetivamente.

Un intervalo es la anatomía pura y dura de un santiamén, por ello las palabras no pueden equivaler a las mil que la (mentirosa) tradición nos asegura.

Un intervalo tiene la obligación de recordarnos que somos adúltoros, personas que, al crecer, hemos sido infieles a todo aquello que dijimos que no haríamos cuando lo fuéramos.

Un intervalo no puede ser preparado. La vida está ahí fuera, sólo tenemos que detenerla a través de una imagen que necesita ser explicada para sus adentros.

Un intervalo conecta la verdad de las palabras con la autenticidad de las visiones.

Un intervalo es en su estar y, si más tarde regresaras y él todavía estuviera ahí, seguiría siendo, pero ése que tú atrapaste ya no estaría.

Un intervalo recoge la primitiva alianza entre significante y significado, entre la denotación y la connotación, entre el mundo actual, sus antecesores y sus herederos.

Un intervalo es la armonía total entre imagen y palabra. Ambas son necesarias para la comprensión total de la experiencia vívida y vivida.

Un intervalo puede explicar la existencia humana a través de los puentes del ingenio.

Un intervalo es un rumor hecho realidad.

Un intervalo completa con palabras las costuras que toda imagen enseña.

Un intervalo confirma la presencia de la estulticia humana.

Un intervalo mezcla lo nuestro con lo ajeno, lo que somos con lo que podemos llegar a ser.

Un intervalo puede ser poético o matemático o filosófico o humorístico o crítico o literario o histórico o todas a la vez o ninguna.

Un intervalo puede ser amado u odiado, pero nunca vivir en la indiferencia.

Un intervalo nunca será circunspecto.

Un intervalo no puede estar en cualquier parte, hay que esperar la llamarada interior que provoca que las palabras que suscita la imagen pulsen el botón de la fotografía para detener el instante al ritmo de las letras.

Un intervalo es eterno e instantáneo, y cambia a la vez que cambia la mirada de los que miran.

Un intervalo es en un AQUÍ y en un AHORA, pero si sucediese más tarde y en otro sitio también sería un intervalo, distinto, pero intervalo al fin y al cabo.