sábado, 9 de junio de 2012

LA TRAICIÓN DE LA TRADICIÓN

Ellos intentaban otra manera de hacer las cosas. 
Nosotros no se lo permitíamos.

7 comentarios:

  1. Cómo entiendo este intervalo Manuel.
    Cuando tienes hijos te das cuenta de que a veces te has convertido en aquello odiabas en los adultos, te ves diciendo "cómo tienen que ser las cosas", cómo deben ser" y es terrible.
    Porque en ellos está el cambio, en ellos y en su manera distinta de ver las cosas.

    Un abrazo

    También se da una cuenta de lo mucho que se ríe un niño y lo poco que nos reímos ya nosotros, a veces ni siquiera una vez al día.

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    1. Rosana, sin duda, es una mente completamente abierta y que carecen de prejuicios y que, degraciada o afortunadamente, se va nutriendo de todo lo que somos sus padres. Me viene a la cabeza Nietzsche y su propuesta en el "Zaratustra" sobre la trasformación del espíritu, de cómo debíamos pasar del espíritu de camello que nos atenazaba (simplemente cargamos con todo lo que nos han dado) al espíritu de león (destrozar y acabar con todo) y, por último y el más importante, al espíritu del niño (que construye libremente). El único problema que seguimos teniendo es el de cómo construir de las cenizas. destruir es fácil pero un cambio real sólo podrían dárnoslo alguien con ese espíritu.

      Un abrazote, Rosana

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  2. Qué gran intérvalo, Manuel. Es verdad que los niños no tienen nuestros límites impuestos. Y pretendemos inventar nuevas formas pero tapiando las suyas. ¡Qué sinrazón!
    un abrazo

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    1. Ana, alguien dice por ahí que las personas creativas son adultos que nunca dejaron de ser niños, y algo de razón hay. Una lástima que nunca lleguen a poder gobernarnos.

      Abrazotes

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  3. Suscribo, letra a letra, el comentario de Rosana.

    Formidable intervalo, Manuel.

    Un abrazo,

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    1. Pedro, muchas gracias por el comentario. Como bien dice Rosana, cualquiera que tiene trato con niños se da cuenta de que la vida debería ser mucho más sencilla y alegre.

      Abrazotes

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  4. ¡Qué gran verdad, Manuel!
    Aplausos.

    Y un gran OZARBA

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